La inteligencia emocional es una habilidad blanda que se define como la capacidad para reconocer emociones propias y ajenas, con la finalidad de gestionarlas de una manera adecuada. Este tipo de inteligencia tiene la particularidad de influir en las competencias y aptitudes de las personas en distintas áreas sociales, académicas y de trabajo. Los profesionales de la salud no se encuentran al margen de ello. Y son numerosas las investigaciones que indican que existe una asociación positiva entre la inteligencia emocional y el bienestar general de los médicos y médicas. Gracias a dicha habilidad blanda se mejora el vínculo médico-paciente, las relaciones interpersonales con los colegas y el clima laboral.

Pero la inteligencia emocional tiene también un rol central en la adquisición de nuevas habilidades. A pesar de ello, un terreno no del todo bien explorado ha sido el ámbito de las residencias médicas. Es por eso que un nuevo artículo despierta interés. Encuentra que la inteligencia emocional en residentes se relaciona con menores niveles de estrés y burnout, una comunicación asertiva, mayor empatía con los pacientes y mejoras en la calidad en la atención médica. Además, es factible por medio de ella dar con un elevado rendimiento académico y mejores habilidades de enseñanza, liderazgo y motivación durante el aprendizaje.

Inteligencia emocional: menos burnout y comunicación asertiva

Andrés Felipe Martínez Contreras, investigador de la Universidad de La Sabana (Colombia), aparece como primer autor del citado texto. Fue publicado recientemente en la revista Educación Médica Superior. El trabajo brinda interesantes conclusiones que se sustentan en la revisión de la literatura disponible acerca de este tema.

Una de ellas tiene que ver con la capacidad de la inteligencia emocional para reducir el agotamiento profesional y el síndrome burnout en médicos y médicas residentes. Este trastorno ha sido asociado con deterioro de la atención, alteraciones en la memoria y el compromiso de funciones ejecutivas. Por otro lado, quienes transitan una residencia médica han sido catalogados como una población propensa a padecerlo. Pero la inteligencia emocional ejerce un efecto beneficioso sobre la ansiedad, la toma de decisiones, la capacidad resolutiva y el manejo del estrés. Todo esto se traduce en menos burnout y una mayor satisfacción laboral para estos profesionales.

Según el texto, otro aspecto que mejora la inteligencia emocional dentro de las residencias médicas es la comunicación asertiva. Lo que desemboca directamente en una atención médica de calidad. Existe una mayor efectividad diagnóstica y terapéutica y una mejor toma de decisiones por parte de los profesionales. Para el paciente también hay beneficios: experimenta una mayor satisfacción en la atención, adquiere una mayor comprensión y preocupación por su salud, tiene más interés por opciones de tratamiento y logra una mayor adherencia al tratamiento indicado.

Mejor desempeño clínico

Las residencias médicas se caracterizan generalmente por una alta exigencia en el desempeño clínico. Pero algunas investigaciones han encontrado una correlación positiva entre esta variable y la inteligencia emocional. A mayor inteligencia emocional, mejor desempeño clínico. Es que la puesta en juego de la habilidad blanda permite a los residentes responder mejor a las demandas diarias y a la presión del entorno laboral. Funciona como un escudo contra el desgaste profesional y la desmotivación. Además, al residente que asume un liderazgo le otorga la capacidad de crear ambientes cómodos y de confianza para sus equipos de trabajo.

Está claro que el bienestar en el ámbito laboral beneficia a profesionales y pacientes. Pero los profesionales de la salud, en especial los residentes, experimentan altas tasas de angustia personal, lo que los lleva a un agotamiento crónico, con la posibilidad de errores en la atención médica.

Pero, según el texto, se ha visto que quienes ostentan niveles altos de inteligencia emocional perciben, procesan y regulan mejor las emociones negativas provenientes de situaciones apremiantes.

Los beneficios de la inteligencia emocional en el ámbito de las residencias médicas son evidentes: menores niveles de estrés y burnout, comunicación asertiva, mayor empatía con los pacientes y calidad en la atención médica. Además, es factible dar con un elevado rendimiento académico, mejores habilidades de enseñanza, liderazgo y motivación. Por si fuera poco, surge la posibilidad de un bienestar psicológico, la satisfacción laboral y un mejor rendimiento clínico. “Por lo tanto, se hace necesario el diseño de programas académicos que incluyan intervenciones dentro de sus currículos, para mejorar dicha habilidad blanda”, concluye Martínez Contreras en el artículo.