Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor del 50% de los antibióticos indicados en el mundo son usados de manera inadecuada. Los errores más comunes tienen que ver con una pobre selección del fármaco según su espectro, una duración del tratamiento que no logra ser óptima o, directamente, el empleo de etiología viral para infecciones. Dichos medicamentos, constituyen los agentes terapéuticos más prescriptos en las unidades de cuidados intensivos neonatales. Si bien han servido para mejorar dramáticamente la sobrevida de recién nacidos, en la actualidad existe la impresión de que se está frente a su sobreutilización en el área de neonatología.

Un estudio reciente, que involucró a 29 países y en el cual participaron algunos centros sanitarios de Latinoamérica, confirma dicha presunción.

Frecuentemente, los recién nacidos reciben tratamientos antibióticos basados solo en la sospecha clínica de infecciones severas.

En muy pocos casos la terapia es guiada por cultivos microbiológicos positivos. Gran parte de los pacientes con ausencia de rescate bacteriano persisten igual con la antibioticoterapia instaurada.

La revista EClinicalMedicine publicó el mencionado estudio. Se trató de una iniciativa global en la que participaron especialistas en neonatología, pediatría e infectología pediátrica de diversos países de América Latina. Por medio de una encuesta, se les solicitó información acerca de los pacientes tratados con antimicrobianos en las unidades en donde se desempeñan. Además de mencionar los antibióticos, se recabó información acerca del empleo de medicamentos antivirales y antifúngicos.

Antibióticos en neonatología

Al ser una investigación observacional, y de corte transversal, se buscó tomar un paneo de lo que sucede con la prescripción de dichos agentes. Para ello, se eligió una fecha muy particular. Los responsables del trabajo coincidieron en que debía ser el 1 de julio de 2019. Ese día, se conmemoró otro aniversario del nacimiento de Ignaz Semmelweiss (1818-1865), un médico húngaro considerado “el salvador de las madres y los recién nacidos” por su valioso aporte en el control de lo que alguna vez se denominó fiebre puerperal.

El estudio incluyó, además, un período de seguimiento de 30 días, con la finalidad de determinar la duración de tratamiento y la evolución de los recién nacidos.

Alrededor 580 pacientes (26% de un total de 2.265), alojados en 84 centros, recibieron al menos un agente antimicrobiano ese día. En un 92% de los casos, el medicamento administrado fue un antibiótico.

Según los datos de las encuesta, en un 55% de los casos constituyó un tratamiento empírico indicado. Solo el 20% de los recién nacidos recibió el fármaco en base a una evidencia microbiológica.

Prevalecieron diagnósticos confirmados de sepsis neonatal, meningitis e infecciones urinarias. Fueron patologías desencadenadas más frecuentemente por gérmenes tales como Staphylococcus aureus, Klebsiella pneumoniae, o Escherichia coli, entre otros.

La causa más común de prescripción de antibióticos en neonatología fue la mera sospecha clínica de sepsis neonatal.

En alrededor de un 40%, del total de los que recibieron antibióticos, la indicación fue ampicilina. Mientras que el 35% y el 19% recibieron gentamicina y amikacina, respectivamente.

Por último, el 80% presentó un tratamiento prolongado por encima de las 72 horas de duración.

Supervisión de los tratamientos antibióticos

La mayoría de los centros participantes de América Latina, con la excepción de aquellos instalados en Chile, provinieron de países clasificados como de bajos o medianos ingresos. En comparación con los países de renta alta, la utilización de antibióticos aquí fue significativamente mayor. Pero, independientemente del origen, aquellos con programas dedicados a la supervisión de tratamientos antibióticos registraron menores tasas de utilización.

El uso excesivo de antibióticos ha sido relacionado en neonatos con complicaciones diversas debido a disrupción del microbioma: candidiasis invasiva, enterocolitis necrotizante o displasia broncopulmonar, entre otras.

También, por supuesto, con la preocupante emergencia de resistencia y multirresistencia bacteriana a esos fármacos.

En las conclusiones del trabajo, los autores abogan por un uso más racional de los antibióticos en neonatología. Consideran fundamental la toma de diversas muestras para análisis bacteriológico, siempre antes del inicio de la antibioticoterapia empírica.

En caso de dar con cultivos estériles, dicha aproximación permite luego sin sobresaltos la discontinuación de los fármacos prescriptos. La duración de los tratamientos en sepsis neonatal es un tema a resolver por otros ensayos. Existen evidencias acerca de la seguridad y eficacia de pautas antibióticas más cortas en neumonía.

Dado el impacto positivo observado, consideran necesarios aquellos programas destinados a supervisar los tratamientos indicados.