El desarrollo profesional demanda resiliencia en los profesionales de la salud. Y fallar en un examen de residencias médicas de ningún modo debe ser visto como un fracaso.
“Era un martes casual, 7 de junio de 2020, cuando entré al café. Al sentarme, comencé a pensar en cómo había llegado a ese momento. Hacía siete meses que mi vida había sufrido un gran golpe, un punto de inflexión, después de haber perdido el examen de ingreso a la residencia de urología. El 5 de diciembre de 2019 tuvo lugar la prueba, para la cual había dedicado años de preparación desde el inicio de mi carrera, meses intensivos de estudio, dejando completamente de lado otras esferas de mi vida”, comenta en un magnífico texto la Dra. Mariana Barreto. Es médica residente de urología en el Hospital de Clínicas Doctor Manuel Quintela (Uruguay).
En el artículo, publicado en la Revista Española de Educación Médica, la profesional describe cómo al recibir los resultados negativos sintió que la tierra se derrumbaba bajo sus pies y se vio en caída libre. También, cómo transitó lágrimas, enojos, cambios de look, tres tatuajes y hasta desavenencias con la urología. La palabra de un mentor finalmente la ayudó a recomponer su relación con la especialidad, tolerar la frustración y a asumir al fracaso como algo inherente a la vida. Solo en ese momento pudo juntar fuerzas y apostar a la superación. Finalmente, el 5 de diciembre de 2020 apareció primera en el ranking de residentes de urología de ese país.
En otros sitios existen historias similares a la de la Dra. Barreto. Son historias mínimas que hablan de una gran resiliencia y devoción por una determinada especialidad médica. Pero también existen profesionales desencantados con lo que han elegido para formarse. Y que no dudan, a pesar de los riesgos, en recapitular y buscar el desarrollo profesional en otra rama de la medicina. Este fenómeno es visible en España, especialmente entre quienes repiten el examen de Médico Interno Residente (MIR).
El portal español ConSalud.es se hacía eco de esa inquietud durante 2022. Allí se menciona que, desde 2019, la cifra de médicos que repiten el MIR para escoger otra especialidad no para de crecer. Según datos del ministerio de sanidad español, en los últimos cinco años, alrededor de 1.714 médicos, que previamente habían elegido una plaza, decidieron volver a repetir el examen. Dentro de los motivos se incluyen: un rendimiento previo en el examen que no permitió acceder a la especialidad que se quería o, directamente, el desencanto con la plaza tomada. Lo último, fue lo que le sucedió al Dr. Daniel Hernández. Durante su residencia en psiquiatría se dio cuenta de que dicha especialidad no era para él. Y esto, a pesar de que la había elegido convencido y apasionado. Finalmente, repitió el MIR durante 2022 y, esta vez, se inclinó por dermatología.
La mayoría de las personas que se encuentran en similar situación coinciden en que repetir el examen de residencias medicas no es un fracaso, ni mucho menos una pérdida de tiempo. Siempre es una nueva oportunidad para hacerlo mejor.
“Un fracaso sería comprometer toda tu vida al servicio de un proyecto laboral y vital que no te apasiona”, comenta un profesional a ConSalud.es. Reintentar pasar un examen de residencias médicas, o ver la posibilidad de cambiar el rumbo con otra especialidad, evidentemente son situaciones que demandan gran esfuerzo. Y generalmente significa una lucha contra el cansancio acumulado, la desmotivación y el miedo al fracaso, entre otros. Pero todo indica que también es una ventana de superación.
Ese 7 de junio de 2020, por la misma puerta que pasó la Dra. Barreto, ingresó al café el Profesor Dr. Carlos Arroyo. La doctora menciona en el texto que Arroyo había finalizado su cargo formal como docente en la cátedra de urología. Pero daba clases honorarias para los aspirantes a la residencia médica en la especialidad. “Ninguna de tus razones son válidas para no presentarte a la prueba, porque están fundamentadas en el miedo al fracaso y la angustia. Siempre te ha gustado la urología, más que a muchos. Lo que te sucedió, esa gran caída libre en tu vida, le pasa a la mayoría de la gente. Te diría que tarde o temprano, a todos”, fue lo que escuchó ese día la Dra. de parte su mentor.
La charla -café de por medio- siguió por lo inconveniente que resulta valorar inteligencia, valor académico, o la solidez profesional por medio de un examen insatisfactorio. “Eso no te define como persona, ni como profesional. Lo que sí te define, es tu capacidad para afrontar la situación, prepararte mejor, y recomponerte con tus mejores armas para presentarte nuevamente. A todos nos toca caer en algún momento”, se le escuchó decir al profesor.
El final de la historia ya fue adelantado y tiene como cierre un primer puesto en el ranking de residencias médicas de urología. Pero, por sobre todas las cosas, la Dra. Barreto agradece haber aprendido ese día en el café que: “la caída es inevitable, pero la forma en que caemos, y lo que logramos con ello, es nuestra elección”.
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Barreto, M., Arroyo, C., & Martínez, L. (2023). El arte de aprender a caer . Revista Española de Educación Médica, 4(2). https://doi.org/10.6018/edumed.56380
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