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La frecuencia anual de metástasis después de una resección endoscópica radical del adenocarcinoma esofágico intramucoso es de casi el 7%, lo que refuerza la necesidad de monitoreo cuidadoso, de acuerdo con un estudio retrospectivo.
Los autores identificaron a 120 pacientes con factores de riesgo histopatológicos de metástasis en los ganglios linfáticos en seguimiento endoscópico. Esto fue al revisar datos de 1.569 pacientes con una resección endoscópica de cáncer esofágico en Países Bajos entre 2008 y 2019.
El equipo organizó a los pacientes en tres grupos: T1a de alto riesgo (lesiones de bajo grado tumoral (G3) o invasión linfovascular), T1b de bajo riesgo (cáncer submucoso con invasión superficial en la submucosa, bien o moderadamente diferenciado (G1-G2) y sin invasión linfovascular). Y, por último, T1b de alto riesgo (tumores submucosos con invasión profunda, bajo grado de diferenciación o invasión linfovascular).
En 29 meses (IQR 15-48), se diagnosticó enfermedad metastásica en el 7,5% de los casos (riesgo anual del 2,7%). Los cinco pacientes con metástasis distantes murieron. Cuatro tenían metástasis en los ganglios linfáticos y recibieron tratamiento con un intento curativo; dos murieron por las complicaciones del tratamiento. Por otro lado, se observaron metástasis en 5 de los 25 pacientes de alto riesgo (20%; riesgo anual del 6,9%), uno de los 55 de bajo riesgo (riesgo anual del 0,7%) y tres de los 40 de riesgo intermedio (riesgo anual del 3%), según publica en Gastrointestinal Endoscopy el equipo de la doctora Esther Nieuwenhuis, de los Centros Médicos de la Universidad de Ámsterdam.
El intervalo promedio hasta la metástasis era de 31, 22 y 24 meses para, respectivamente, los grupos de riesgo alto, bajo e intermedio. La mortalidad no asociada con el cáncer era del 13%, con los decesos a los 34 meses. El equipo señala que los participantes de este estudio retrospectivo tendían a ser pacientes frágiles con comorbilidades. A estos, les ofrecieron la resección endoscópica en lugar de la cirugía, lo que pudo haber inducido un sesgo de selección.
Los casos de cáncer apendicular aumentaron con el tiempo en Estados Unidos. Con mayor frecuencia en los menores de 50 años y, en gran medida, por un aumento de los tumores de tipo carcinoide. Si bien aún se desconoce la causa exacta, no estaría asociado con un aumento de las apendicectomías, de acuerdo con los autores.
“Es posible que la disminución de las tasas de apendicectomía sea, en parte, responsable, ya que debería eliminar el riesgo de desarrollar cáncer apendicular”, señalan los autores en Journal of the American College of Surgeons.
El equipo de la doctora Michelle Salazar, de la Facultad de Medicina de Yale/Hospital de Yale, New Haven, Connecticut, opina que “sería apropiado un seguimiento cercano” de los casos con un manejo no quirúrgico de la apendicitis aguda.
La apendicectomía sigue siendo el tratamiento más efectivo de la apendicitis aguda, pero el tratamiento no quirúrgico inicial con antibióticos es cada vez más común.
Sin embargo, la cirugía brinda el único diagnóstico definitivo de cáncer de apéndice y estudios pequeños habían sugerido la existencia de altas tasas de este cáncer si la apendicectomía se realiza posteriormente. El equipo evaluó las tendencias en el cáncer apendicular con la Base de Datos Nacional del Cáncer (NCDB, por su sigla en inglés). En el período 2004-2017 hubo más de 387.000 pacientes con cáncer de colon del lado derecho, de los que 19.570 tenían cáncer apendicular, con un 29% de tumores carcinoides. Los pacientes con cáncer apendicular tendían a ser menores de 50 años y tenían menos comorbilidades. Pero, también tenían más riesgo de tener enfermedad avanzada que los pacientes con otros cánceres de colon del lado derecho.
La cantidad anual de cánceres apendiculares se duplicó en el tiempo: pasó de 814 pacientes en el 2004 a 1.928 en el 2017, mientras que otros casos se mantuvieron estables o bajaron levemente con una variación de 26.445 en el 2004 a 24.712 en el 2017.
Un equipo de radiólogos desarrolló un enfoque por ultrasonido simplificado para evaluar masas anexiales en mujeres con un nivel de riesgo promedio de desarrollar cáncer de ovario.
Los autores hallaron que separar las lesiones aisladas en una categoría clásica (quiste simple, quiste hemorrágico, endometrioma o dermoide), a diferencia de hacerlo en una categoría no clásica (otros, como quistes multiloculares, lesiones mixtas quísticas y sólidas y lesiones predominantemente sólidas), tiene alta sensibilidad y especificidad para detectar el cáncer de ovario, junto con otros sistemas de estratificación de riesgo por ultrasonido que son más complejos. La ecografía pélvica es el estudio por imágenes de primera elección para evaluar las lesiones anexiales y los sistemas de estratificación de riesgo disponibles pueden ser más complejos y más lentos para aprender y utilizar, según publica el equipo en Radiology.
El enfoque clásico versus no clásico para lesiones anexiales aisladas “podría ser útil para los radiólogos en una práctica clínica ocupada para que puedan evaluar más rápidamente una lesión y recomendar el manejo”, escribe el equipo de Akshya Gupta, del Centro Médico de la Universidad de Rochester.
Los autores analizaron 970 lesiones anexiales aisladas identificadas por ultrasonido en 878 mujeres con riesgo promedio de cáncer ovárico, de unos 42 años, sin antecedentes familiares o marcadores genéticos del cáncer.
Con las lesiones clásicas, la frecuencia de malignidad fue inferior al 1%. El 6% era lesiones malignas. La tasa de malignidad de las lesiones no clásicas era del 32% con flujo sanguíneo y del 8% sin flujo sanguíneo (p<0,001).
En las mayores de 60 años, la tasa de malignidad era del 50% con flujo sanguíneo y del 13% sin flujo sanguíneo (p=0,004).
La sensibilidad, la especificidad, el valor predictivo positivo (VPP) y el valor predictivo negativo (VPN) del esquema clásico versus no clásico eran, respectivamente, del 93, 73, 17 y 99% para la detección de cáncer.
El nuevo enfoque tuvo “una sensibilidad, una especificidad, un VPP y un VPN altos similares con respecto de otros sistemas algorítmicos de estratificación del riesgo publicados. Con un VPP más alto para la detección (del) cáncer al tener en cuenta el flujo sanguíneo de la lesión y la edad de la paciente”, indican los autores.
El tratamiento con trastuzumab deruxtecan reduce un 72% el riesgo de progresión de la enfermedad y la muerte durante 12 meses con respecto del uso de trastuzumab emtansina en las mujeres con cáncer de mama metastásico HER2+. Datos preliminares de fase III del estudio DESTINY-Breast03.
Cada año, se diagnostica cáncer de mama a dos millones de mujeres en el mundo y uno de cada cinco de esos tumores es HER2+.
El estudio incluyó a 524 voluntarias con cáncer de mama no resecable o metastásico que habían sido tratadas con trastuzumab y un taxano. Se excluyeron pacientes con metástasis cerebrales sintomáticas o que requirieron otro tratamiento. Los medicamentos se administraron por vía IV cada tres semanas.
La tasa de sobrevida sin progresión de la enfermedad al año era del 75,8% con trastuzumab deruxtecán y del 34,1% con trastuzumab emtansina, según publica en New England Journal of Medicine el equipo del doctor Javier Cortés, del Centro Internacional de Cáncer de Mama, Barcelona, España. El valor HR para la progresión o la muerte por cualquier causa era 0,28 (IC95% 0,22-0,37).
Las tasas de sobrevida eran, respectivamente, del 94,1% y 85,9%; las de respuesta global eran del 79,7% y 34,2%. Sin embargo, el uso de trastuzumab deruxtecan (Enhertu, de Daiichi Sankyo y AstraZeneca) causó más enfermedad pulmonar intersticial y neumonitis. La incidencia combinada de ambos efectos secundarios era del 10,5% con trastuzumab deruxtecan y del 1,9% en el grupo de control.
Los resultados se publicaron en septiembre. Ambas farmacéuticas financiaron el estudio aún en curso.
Gastrointestinal Endoscopy, online 11 de marzo del 2022.
Journal of the American College of Surgeons, online 17 de marzo del 2022.
The New England Journal of Medicine, online 23 de marzo del 2022.
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