Se registraron cambios conductuales y neuroquímicos en la vida adulta de ratas alejadas de sus progenitoras regularmente durante sus etapas posnatales
Las científicas del Instituto de Investigaciones Farmacológicas (ININFA-CONICET-UBA), Gabriela Acosta y Julieta Imperiale, observaron una mayor inclinación por el consumo de alcohol y conductas agresivas en ratas adultas que fueron separadas en forma periódica de sus progenitoras, desde el nacimiento. En una investigación publicada por la revista científica Brain Research, demostraron que se producen efectos sobre el eje hipotálamo-hipofisario-adrenal, (un conjunto de glándulas relacionadas con la respuesta al estrés).
“La separación maternal produce un estrés psicológico. Se trata de un modelo de experimentación en el que, a los 2 días de nacidas, se separa a las crías de la madre, durante una hora por día, por un lapso de 20 días y en cada ocasión se las expone a una temperatura de 4°C lo cual suma un estrés físico”, comenta Acosta.
Una vez finalizada la separación maternal -el día 22 posnatal-, se realiza la segunda parte del experimento en la que a las ratas previamente estresadas por la separación se les da a elegir por el método de doble botella dextrosa -un azúcar- o alcohol -etanol-. “Lo que se demostró es que estos animales estresados por separación maternal tienen una mayor tendencia al consumo de alcohol y son mucho más agresivos; su conducta está totalmente modificada, en relación a los ratas que no tuvieron separación maternal -controles-”, detalla la investigadora.
Lo interesante es que los cambios conductuales la ingesta de alcohol y los niveles hormonales relacionados a la respuesta al estrés fueron revertidos mediante la exposición durante 30 días a un ambiente más confortable, conocido como ambiente enriquecido: jaulas más grandes, con elementos de esparcimiento como plataformas, rueda de ejercicio, juguetes de plástico y madera, sonajeros, sogas, tubos, comida (queso, dulce de membrillo o manzana, una vez a la semana).
Esta comprobación podría implicar una solución no farmacológica para revertir efectos negativos de un estrés prolongado, aunque también los investigadores plantean estrategias medicamentosas en función de las modificaciones que observaron en el eje del estrés. Principalmente comprobaron una falla en la recaptación de glutamato –neurotransmisor excitatorio- estudiadas en dos estructuras cerebrales: hipocampo y corteza prefrontal, ambas muy relacionadas con la conducta, que estaría dada por la falla en su transportador.
“Queremos comprobar si existe un fármaco que pueda actuar sobre este estrés posnatal, actuando en el eje hipotálamo-hipofisario-adrenal”, explica Acosta y agrega que el próximo paso es evaluar los cambios en la epigenética -es decir, las modificaciones que produce el ambiente en la expresión del ADN que no cambian su secuencia-, con el fin de atacar por otro flanco las consecuencias de la separación maternal.
“Este tratamiento nos permitirán profundizar el conocimiento acerca de este vínculo entre la adversidad en la vida temprana, el consumo de alcohol y su posible reversión en la transmisión glutamatérgica”, finaliza Acosta.
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