Estudios evidencian que las infecciones leves de COVID-19 activan las dos líneas de defensa humoral contra el virus.
El número global de contagios de COVID-19 continúa aumentando diariamente. La gran mayoría de los individuos infectados experimentan síntomas leves que no requieren hospitalización. Sin embargo, la naturaleza de la respuesta inmune humoral al síndrome respiratorio agudo generado por el SARS-CoV-2 continúa siendo un enigma. Es de suma importancia comprender si el paso por la enfermedad deja algún tipo protección inmunológica que reduzca en cierta forma la transmisión del virus.
Es sabido que, para infectar a las células, el SARS-CoV-2 utiliza el dominio de unión al receptor (RBD) de su proteína Spike (S) para que interactúe con la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) del huésped. Los anticuerpos pueden utilizar como blanco diferentes proteínas codificadas. Los ensayos serológicos utilizan 2 proteínas principales:
Los reportes de los primeros meses postinfección demuestran un rápido decaimiento en los títulos de anticuerpos. Este hecho sugería que la inmunidad protectora contra el SARS-CoV-2 podría ser transitoria. También, se dijo que la infección con dicho virus podría no provocar una respuesta funcional del centro germinal, lo que interferiría con la generación de células plasmáticas de larga vida.
Reportes recientes que analizan muestras de 4 a 6 meses postinfección, indican que los anticuerpos disminuyen más lento que en comparación a los primeros meses. Los plasmocitos de vida media larga (alta afinidad) se pueden detectar en la médula ósea mucho tiempo después del clearence del antígeno.
Este cambio de velocidad en el descenso de los anticuerpos estaría relacionado con la transición de plasmoblastos de vida media corta a plasmocitos de vida media larga en la médula. Los primeros meses postinfección, los plasmoblastos producen anticuerpos de corta duración. Los meses siguientes (4-6), los plasmocitos de vida media larga comienzan a producir, en menor cantidad, anticuerpos de larga duración.
En un estudio publicado por la revista Nature (mayo 2021), se examinó la médula ósea de pacientes recuperados tras haber sido infectados por COVID-19. Las muestras se tomaron entre 7 y 11 meses después de la infección. En ellas, se comprobó la presencia de plasmocitos de vida media larga en la médula ósea que producían anticuerpos específicos contra la proteína S del virus (BMPCs).
Se logró correlacionar la aparición de BMPCs en la médula ósea con el título de anticuerpos anti-S circulantes y el cambio en su durabilidad a los 7-8 meses postinfección.
Los BMPCs proveen al huésped de una fuente persistente de anticuerpos protectores. Son sumamente necesarios para el mantenimiento y la durabilidad de la respuesta inmune. Sin embargo, la durabilidad de los anticuerpos anti-S séricos no es el único determinante de protección inmunológica contra la enfermedad.
La presencia de células B de memoria puede significar una gran defensa ante la reexposición del virus. Luego de una reexposición al antígeno, estas células se expanden rápidamente y se diferencian en plasmoblastos secretores de anticuerpos. Las células B de memoria forman la segunda línea de defensa inmune humoral.
Este estudio puso en evidencia que el virus del SARS-CoV-2 activa en los seres humanos las dos líneas de defensa humoral: los BMPCs de larga vida y las células B de memoria. Estos hallazgos proporcionan un punto de referencia de inmunogenicidad para las vacunas contra el SARS-CoV-2 y una base para evaluar la durabilidad de las respuestas inmunitarias humorales primarias que se inducen en humanos después de infecciones virales.
Los datos extraídos del estudio indican que las infecciones leves por COVID-19 inducen la respuesta de los BMPC de vida media larga. Los resultados, además, demuestran que la infección por SARS-CoV-2 provoca una respuesta canónica de linfocitos B dependiente de linfocitos T. En esta, un estallido transitorio temprano de plasmablastos extrafoliculares genera una ola de anticuerpos séricos que disminuyen con relativa rapidez. A esto le siguen niveles de anticuerpos séricos mantenidos de manera más estable que son respaldados por BMPC de larga duración.
Al contrario de lo que se llegó a pensar en un momento, la infección por el virus induce la respuesta inmunitaria del centro germinal en los seres humanos. Este hecho se explica porque los BMPCs de vida media larga son predominantemente derivados del centro germinal.
Existen estudios recientes que demuestran niveles aumentados de hipermutación somática en las células B de memoria que se dirigen al RBD del SARS-CoV-2 S en individuos convalecientes a los 6 meses en comparación con 1 mes después de la infección.
Los individuos que se recuperaron rápidamente de una infección sintomática por SARS-CoV-2 demostraron generar una fuerte respuesta inmune humoral. Sin embargo, es posible que los casos más severos de infecciones por el virus lleve a resultados diferentes respecto a la detección de BMPCs de vida media larga, debido a que esta condición trae aparejados cambios en la respuesta inmune humoral.
Este último dato continúa siendo una incógnita. Existen ejemplos, como el de los sobrevivientes a la infección por virus del Ébola (2014) que, a pesar de haber sufrido una infección severa, pudieron igualmente inducir anticuerpos IgG específicos de larga duración.
XXXVIII Congreso Internacional de Ginecología y Obstetricia, SOGIBA.
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